TENGO CÁNCER
- María Alejandra García Moreno
- 27 oct 2020
- 2 Min. de lectura
Que el diagnóstico no sea una sentencia sino una oportunidad
Al recibir el diagnóstico toda nuestra vida se altera y ya no es más la que era.
Nos enfrentamos a una amenaza real sobre nuestra integridad, tomamos conciencia de la incertidumbre y de lo vulnerable que somos. Antes habíamos vivido como si nunca fuera a pasar nada, proyectando a diez años, cinco años o a la semana siguiente…
Al momento en que nos informan la enfermedad nos parece que estamos más cercanos a la muerte, pero… ¿quién no?
Lo que interpretamos a través de nuestros pensamientos, desde el primer momento de nuestro diagnóstico, va a ser fundamental en el desarrollo del tratamiento y la evolución.
Hay dos estilos de afrontamiento, activos y pasivos.

Afrontamiento Activo.- “El luchador”
El luchador acepta el diagnóstico y adopta una actitud optimista queriendo participar en las decisiones concernientes al tratamiento, adaptando sus actividades laborales y familiares a esta nueva realidad. Puede así, desde lo psicológico, acompañar al cuerpo.
En esta posición de lucha activa contra la enfermedad podemos integrarnos con el proceso biológico defensivo que se está realizando, para no permitir que las células malignas avancen. Podemos darle la importancia y el lugar que le corresponde, ocupándonos de la enfermedad, pero sin permitir que invada todos nuestros pensamientos, tiempo y emociones.
Afrontamiento Pasivo.-
Tiende a evitar o negar la enfermedad, la preocupación es excesiva y la desesperanza invade como emoción principal. En diferentes estudios efectuados, este estilo se asocia con una peor evolución.
Otros dos factores importantes, y que favorecen un buen afrontamiento de la enfermedad, son el vínculo médico paciente y el apoyo social.
El vínculo médico-paciente.-
Es importante sentirnos en una relación donde el médico nos mire como personas íntegras y no como un órgano o un número, que podamos establecer un diálogo y no escuchar solamente un monólogo, recibir la información pero también ser escuchados. Desde el primer contacto percibiremos si es un vínculo que nos brindará confianza y seguridad tan sólo por la manera de recibirnos, si nos llama por el nombre y si nos mira o evita la mirada.
El apoyo social.-
Es importante contar con disponibilidad de apoyo social y familiar, recursos espirituales, culturales, distracciones y todo aquello que derive la mente a situaciones que forjen pensamientos positivos que generarán sentimientos de bienestar y esperanza.
Como terapeuta psico-oncóloga te puedo ayudar a desarrollar una mejor capacidad de adaptación y un estilo de afrontamiento en sinergia con el tratamiento médico.
Lic. Alejandra García Moreno – Octubre 2020








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