TERAPIA ONLINE EN TIEMPOS PANDÉMICOS.
- Ricardo Caroprese
- 8 sept 2020
- 4 Min. de lectura
Una luz en el camino
Vulgarmente se dice que la salud es la ausencia de enfermedad y, mirado muy rápidamente, se lo relaciona casi directamente con el bienestar clínico físico.
Sin embargo, salud es un término que engloba características de calificación muy superiores.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya en el año 1947, se la definió como “…un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.
Tampoco se debería considerar bajo el paradigma de que el cuerpo es una maravillosa máquina que trabaja durante muchas décadas de manera ininterrumpida, como si se tratara de un dispositivo con componentes de auto-realimentación que le permiten regularse ante cualquier desperfecto que sobrevenga. Éste es un concepto que conlleva a un sentido demasiado banal y simplista de corrección de errores o desvíos.
La salud no es solamente la manifestación de parámetros que se controlan y vuelven a un estado de normalidad absoluta. Generalmente los desvíos provienen de una situación que aparece por desequilibrios en la interacción entre el cuerpo y las funciones cerebrales. Cuando hablamos del cerebro nos referimos no sólo a su actividad fisiológica sino también consciente, desde su presente y su pasado.
El individuo es un todo en su condición de partícipe de un cuerpo social y en los intercambios con otras mentes e influencias.

Peter Sterling trató la salud mental como “un proceso mediante la cual el cerebro anticipa las necesidades y moviliza eficientemente los suministros para evitar errores”.
El cerebro no trabaja sólo como un órgano físico sino que almacena detalles e historias que afectan directa o indirectamente la salud material del individuo. Y éstas son características que se desenmarañan mediante procesos terapéuticos que, no siempre, recurren a medicamentos actuantes sobre el cuerpo físico.
La mayor parte de las veces la solución proviene del intercambio de situaciones, sensaciones, opiniones, angustias o preocupaciones con un terapeuta experimentado en desentrañar las causas mentales profundas que aquejan u originan males físicos. Aquéllos que se manifiestan en “desperfectos” de aquella “máquina de trabajo ininterrumpido”.
Existe una correlación directa entre mente y cuerpo y a la inversa y, en este sentido, la salud mental conlleva a perjuicios en enfermedades preexistentes de la misma manera en que una enfermedad terminal o severa influye inmediatamente en problemas mentales simples o profundamente complejos, como angustia, desesperación, miedo o depresiones profundas.
Al ver y escuchar los comentarios diarios que surgen de las autoridades de salud, a través de todos los medios existentes, acerca de la pandemia que hoy afecta a nuestra sociedad, se manifiestan datos estadísticos de contagios, fallecimientos y recuperaciones, pero ninguno refleja las consecuencias psicosociales que se están produciendo. Estadísticas que se manejan más a nivel político que en realidades formales. Existe depresión y desmoralización.
Lo que comenzó como ansiedad, hoy se está transformando en depresión, en añoranzas de la vida cotidiana, por interrupción de la relación directa con familiares y actividades sociales indispensables del individuo. Prontamente devendrá en problemas físicos manifestándose como aumento de peso y consecuentes padecimientos, como insomnio y profunda depresión. También existirán secuelas físicas y mentales provenientes de la situación económica consecuente.
La locuacidad ocupa la mayor cantidad de horas en los medios de información sin hacer mayor hincapié en lo más profundo que implica la salud mental de la población.
La pandemia de COVID-19 está provocando otra simultánea de miedo, ansiedad y depresión.
Se observan recaídas en pacientes con antecedentes en afecciones psicológicas a causa de la elevada susceptibilidad al estrés, originadas en el aislamiento forzado y en la situación de imprevisión por la falta de proyectos claros desde las autoridades, quienes muestran desconocimiento en cómo planear una salida alternativa a la vacunación aún pendiente.
Nuevas afecciones psicológicas, recaídas y empeoramientos son y serán responsabilidad de quienes no ponen de manifiesto que las terapias deben manifestarse tan importantes como la continuidad en los tratamientos de cualquier otro padecimiento simultáneo o preexistente con la pandemia. Es evidente que consultas médicas y psicológicas han disminuido marcadamente por el temor a contagios en consultorios o salas de guardia, suspendiendose diversos tratamientos que se encontraban en curso.
Sin embargo existe la alternativa de la terapia online, que ha crecido de manera sustancial, pero aún en rangos inferiores a los que existían en etapa pre pandémica. En la mayor parte de los casos, salvo en urgencias, esta modalidad permite iniciar o continuar tratamientos con un psicólogo o psiquiatra de confianza.
El terapeuta experimentado en tratamientos online estudiará en cada caso si es conveniente y posible tratarlo mediante intervención Tele-psicológica y, no sólo observará el rostro y los ojos del paciente, sino también diferentes planos de la cara y de todo el cuerpo pidiendo alejar convenientemente la cámara para evaluar aspectos de la comunicación no verbal - (voz, expresión facial y corporal) - facilitando el ensayo de situaciones de role-playing y observaciones conductuales si fuesen necesarias.
Asimismo, valorará si se requieren interacciones con varias personas o si es preciso modificar aspectos no verbales de la comunicación cara a cara. Finalmente, evaluará una posible derivación a un servicio presencial - sólo si fuera estrictamente necesario - de la misma manera en que funciona la telemedicina tradicional si se requiriera algún estudio específico.
Todo terapeuta online debidamente entrenado respetará los tiempos de verbalización de cada interlocutor, dado que en las videoconferencias los solapamientos suponen cortes en la comunicación y ello puede dificultar la fluidez de la interacción y , si fuera conveniente, hasta acompañará su intervención con tareas por escrito, (por ejemplo para reestructurar determinados pensamientos), tal como podría efectuarse presencialmente y para eliminar eventuales erróneos conceptos de barreras de la interacción online.
Ya en el plano del paciente, se le instruirá previamente que efectúe un correcto manejo de los ruidos e interrupciones en su ambiente natural.
Cuando de la fase de seguimiento se trate, tal y como ocurre en la terapia presencial, el terapeuta online perseguirá tres objetivos típicos, evaluando el mantenimiento de lo logrado por el paciente, previniendo posibles recaídas e induciendo al autocontrol para afrontar su vida cotidiana con normalidad.
La terapia online no sólo es útil en tiempos pandémicos sino que en los tiempos vertiginosos que corren no se interrumpen los procesos por causas de ausencias presenciales, lentitud de transporte o aun en viajes.
Aún más, cuando de ciudades pequeñas se trate, la terapia desde ciudades lejanas permitirá confiar aún más en la discreción que un profesional de la salud mental está obligado por ley a sostener.
Ing. Ricardo Caroprese - 21/07/20








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